Los bichos susurran en el aire cálido y pesado, los dedos entre cortan las letras sangrientas de mis instintos, recorro solo divagando entre multitudes y sombras anarquistas al amor, el dolor de las piedras en los pies recuerdan mi nombre entre las nubes, quien soy, para donde voy.
A la vista de todos aquellos una y otra vez las columnas de oro emergen el fuego de la soledad, y en mi cabeza se queman las selvas espesas, las tonadas de fuertes y refrescantes guitarras que desean ser destrozadas por tus manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario