Cuando una mujer decide
su arma jamás empuña,
solo su labial seduce
aquello que su mirada acuña.
Cuando una mujer desea
su voz jamás encora
ese profundo querer
que al hombre entero devora.
Cuando una mujer desea
su voz jamás encora
ese profundo querer
que al hombre entero devora.
Cuando una mujer enamora
afila esa mente suya
ese su sentir que es uno
afila esa mente suya
ese su sentir que es uno
a la espera que un corazón destruya.
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