Arena sobre tu piel y el silencio palpable de vuestra tranquilidad profunda, vibro en esa tu sonrisa liberada dichosa al espíritu feliz de la energía rítmica del cielo, descansas al flujo de la armonía y las olas del océano, cobijada por el viento hamaqueador de tu dorado cuerpo bajo la luz del alba de la luna, algunas letras y las voces ancestrales del mar.
Congelas el universo en una fotografía sin tiempo, y así fue como el diálogo interesante de la calma despertó la intuición de estos ojos en los tuyos, espejo e identidad.
Hala ken.
Hala ken.